Esta primera labor de una nueva cosecha es un factor decisivo para el rendimiento y la calidad de un vino. Sin poda, la vid se extendería sin control y cada año crecerían nuevos sarmientos a partir de las yemas de cada uno de los sarmientos del año anterior, que seguirían extendiéndose en hileras mientras los sarmientos inferiores se vuelven leñosos. Dado que las uvas sólo se forman sobre madera de un año, la poda garantiza un equilibrio (balance fisiológico) entre rendimiento (crecimiento generativo) y crecimiento (crecimiento vegetativo) sin que se forme demasiada madera vieja e improductiva. La elección del método adecuado depende del tipo de suelo (fértil/infértil), del método de conducción(estaca única, marco de alambre, pérgola), del clima (húmedo, seco), de la variedad de uva (fertilidad, tendencia al goteo), del portainjerto y de las condiciones locales.
El momento ideal para la poda de invierno es la última fase del ciclo vegetativo anual, la latencia invernal (reposo de la savia); en el hemisferio norte, en los días sin heladas de principios de primavera, de enero a febrero; en el hemisferio sur, de julio a agosto. A continuación, el ciclo de la vid comienza de nuevo con la brotación. En muchos países vitivinícolas existen diferentes métodos con normativas legales individuales, principalmente para la producción de vinos de calidad. Éstas pueden variar en función de la región o incluso de zonas más pequeñas, como viñedos e hileras individuales de vides. En Champagne, por ejemplo, se autorizan cuatro formas. En...
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Markus J. Eser
Weinakademiker und Herausgeber „Der Weinkalender“