Uno de los criterios más importantes para la calidad y el carácter distintivo de un vino es el origen geográfico controlado de las uvas con las que se elabora. El "controlado" significa que también se comprueban periódica y estrictamente los requisitos correspondientes de la legislación vitivinícola. La razón más importante es la protección contra la adulteración del vino. Ya en la antigüedad era costumbre denominar los vinos según su origen. Las denominaciones de origen europeas más antiguas incluyen la zona definida para el Chianti en 1716 y las fronteras definidas para el vino de Oporto en 1756. Sin embargo, el gran pionero de un sistema de ámbito nacional fue Francia, donde se adoptó un sistema de denominación (Appellation d'Origine Protégée) tras el final de la Primera Guerra Mundial. Este sistema establecía un origen y unos métodos de producción de los productos agrícolas definidos y controlados localmente. Bajo la soberanía del INAO (Institut National des Appellations d'Origine), las normas de viticultura se perfeccionaron después de la Segunda Guerra Mundial.
Terroir y tipicidad del vino
Estrechamente relacionado con el sistema de denominaciones de origen en Francia está el amplio término terroir, que ha sido interiorizado por los productores. Engloba la compleja influencia o interacción del clima (microclima), el tipo de suelo, las variedades de uva y, por último, pero no por ello menos importante, el arte del viticultor para lograr la tipicidad inconfundible de una zona específica y definida con precisión. El sistema francés sirvió de modelo principal para las leyes vitivinícolas de la mayoría de los países vitivinícolas de Europa y, en algunos casos, del Nuevo Mundo. Sin embargo, las leyes de estos países no sólo regulan el origen, sino que también contienen normativas específicas de cada país para las variedades de uva de vinificación de calidad permitidas, la poda y los rendimientos máximos,...
