En la viticultura, se entiende la contaminación (lat. contaminare = manchar) del suelo, el agua y el aire, y por tanto, en última instancia, del vino, por microorganismos o sustancias tóxicas nocivas para el medio ambiente. La vid está expuesta a muchas de estas influencias negativas durante el ciclo de vegetación en el viñedo. Los contaminantes más comunes en el suelo, el aire y el agua son los residuos de productos agroquímicos (como plaguicidas, carbamatos, fertilizantes artificiales), el plomo (procedente de los gases de escape), el fluoruro de hidrógeno (procedente de la quema de residuos o de combustibles que contienen flúor), el ozono (formado por óxidos de nitrógeno e hidrocarburos en combinación con la radiación UV = smog de verano) y los compuestos de azufre (lluvia ácida). Esto también interactúa con el efecto invernadero y el cambio climático resultante. El uso extensivo de productos agroquímicos y otras sustancias sintéticas, así como una higiene insuficiente en la bodega, pueden provocar graves pérdidas de calidad en el vino. La adulteración del vino también se considera "contaminación". La viticultura ecológica trata de impedirlo evitando o reduciendo el uso de fertilizantes y pesticidas químicos sintéticos.
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Hans-Georg Schwarz
Ehrenobmann der Domäne Wachau (Wachau)