El suministro de agua en la cantidad adecuada y en el mejor momento posible es un requisito previo importante para el crecimiento de las vides e indispensable para la fotosíntesis. Esto tiene lugar de forma natural a través de las precipitaciones (lluvia), cuya cantidad necesaria suele oscilar entre 500 y 750 mm al año (dependiendo del clima, el tipo de suelo y la variedad de uva). Sin embargo, con unas condiciones de suelo ideales, también se pueden absorber mayores cantidades de precipitaciones. En el Vinho Verde portugués, la cantidad de precipitaciones ronda los 1.500 mm. Además de la cantidad, el momento en que se producen también desempeña un papel importante en el curso del ciclo vegetativo anual. La cantidad "correcta" de agua es importante; una humedad demasiado escasa puede provocar estrés hídrico o estrés por sequía, mientras que un exceso de lluvia puede dar lugar a un crecimiento excesivo de la vegetación (follaje).
La lluvia es especialmente indeseable durante la vendimia y provoca una mala calidad del vino debido a la dilución del mosto. En casos extremos, se produce estrés hídrico, en el que las bayas se hinchan o incluso revientan, provocando la oxidación o, en casos extremos, la fermentación del mosto de uva. Un fenómeno similar es el rajado de las bay as, que presumiblemente se produce debido a una alternancia excesiva entre un aporte de agua excesivo y otro insuficiente. Además, un exceso de humedad favorece la infestación por microorganismos como hongos o bacterias. La humedad del suelo se mide con un tensiómetro para tomar las medidas necesarias. En la agricultura y la horticultura, los tensiómetros se utilizan en la automatización de los sistemas de riego. La cantidad de agua puede controlarse de forma que las plantas...
