En muchas religiones, el vino desempeña un importante papel litúrgico en el culto. Desde tiempos inmemoriales, se ha utilizado como ofrenda sacrificial agradable a Dios y como medio para entrar en contacto místico con Dios o los dioses. Muchos pueblos tenían sus propios dioses del vino, por ejemplo Baco entre los romanos y Dionisio entre los griegos. También hay numerosas citas sobre el vino en la Biblia. Una creencia central de la Iglesia Católica Romana es la transformación del pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo durante la Eucaristía. La preparación del vino de misa ha sido, por tanto, indispensable para la celebración de la misa desde el principio y una motivación clave. Por ello, muchos monasterios se han dedicado profesionalmente a la viticultura y a la elaboración del vino. Muchos viñedos que aún existen hoy en día tienen su origen en monasterios fundados en la Alta Edad Media.
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Egon Mark
Diplom-Sommelier, Weinakademiker und Weinberater, Volders (Österreich)