Vinagre producido en condiciones especiales, que no se utiliza para aromatizar sino para beber. Su efecto positivo se conoce desde tiempos inmemoriales; favorece el metabolismo y la digestión de las proteínas. El vinagre como remedio fue recomendado, entre otros, por la mística Hildegard von Bingen (1098-1179). Según la legislación alimentaria, el vinagre para beber debe tener una acidez mínima del 5% (fruta) o del 6% (vino). El contenido de alcohol no debe superar el 0,5%, o el 1,5% en el caso de los productos elaborados a partir de vino. El vino ya fermentado destinado a este fin debe tener un alto contenido de azúcar residual para conseguir un efecto agridulce. Los vinos Trockenbeerenauslese son adecuados para ello. El vino se inocula con un cultivo especial de bacterias acéticas (Acetobacter).
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Egon Mark
Diplom-Sommelier, Weinakademiker und Weinberater, Volders (Österreich)