El vino y los productos derivados de la uva ya se utilizaban en la antigüedad de diversas formas, tanto interna como externamente, como agentes promotores de la salud y contra las enfermedades. Las mujeres ricas utilizaban el aceite de semillas de uva para mantener su piel suave y flexible. El médico griego Hipócrates (460-377 a.C.) recomendaba el vino como remedio para muchas dolencias y señalaba los aspectos positivos de su consumo. Le siguieron muchos otros, como la mística Hildegard von Bingen (1098-1179), que alabó el efecto purificador del vino sobre la sangre, los jugos y los vasos del ser humano con muchas recetas.
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Dr. Edgar Müller
Dozent, Önologe und Weinbauberater, Bad Kreuznach