Contacto deliberado y controlado (también ventilación o aireación) del mosto y el vino con el aire, o el oxígeno reactivo que contiene. Durante la elaboración del vino, el contacto con el oxígeno debe mantenerse constantemente bajo control, ya que esto conduce a una oxidación indeseable en mayor medida, así como a la influencia de diversos microorganismos y, en consecuencia, a defectos y deterioro del vino. Sin embargo, su excesiva reducción también puede ser perjudicial debido a la formación de sustancias indeseables. Airear el mosto durante o después del prensado es ventajoso para la siguiente fermentación, ya que el oxígeno favorece la multiplicación de las levaduras en pequeña medida. Esto es especialmente recomendable para las uvas podridas. La aireación provoca la precipitación de los taninos. Esto también se apoya en la oxidación del mosto (soplado en el aire).
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Egon Mark
Diplom-Sommelier, Weinakademiker und Weinberater, Volders (Österreich)