Texas, con su capital Austin en el suroeste de Norteamérica, es el segundo estado más grande de Estados Unidos en cuanto a superficie y el más meridional junto a Florida. Puede parecer sorprendente, pero Texas está considerada una de las cunas de la viticultura estadounidense. Poco después de que los conquistadores españoles plantaran viñedos en Nuevo México, los monjes franciscanos lo hicieron aquí ya en 1626. En el último tercio del siglo XIX, Texas desempeñó un papel importante en la búsqueda de portainjertos adecuados para Europa. El botánico estadounidense Thomas V. Munson (1843-1913) estableció un vivero con parcelas experimentales en Denison-Texas. Finalmente se encontraron las vides ideales cerca de San Antonio. Eran variedades de la especie que se encuentra aquí, Vitis cinerea var. helleri (entonces llamada Vitis berlandieri). A principios del siglo XIX, había 25 bodegas; tras la Ley Seca (1920-1933), la Bodega Val Verde fue la única que quedó.
A principios de la década de 1970, se produjo un reinicio completo. Los viñedos, que están todos a gran altura, ofrecen buenas condiciones climáticas para el cultivo de la uva. Hay unos 100 productores. Los viñedos cubren 3.200 hectáreas de vides en las tres regiones Centro-Norte, Sureste y Trans-Pecos. Las ocho zonas clasificadas como AVA se denominan Bell Mountain, Escondido Valley, Fredericksburg, Mesilla Valley, Texas Davis Mountains, Texas High Plains, Texas Hill Country y Texoma. El primer vino destacado de Texas se produjo en 1987 con la nueva variedad Carnelian. Sin embargo, se cultivan principalmente variedades europeas como Chardonnay, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon, Merlot y Zinfandel. Hoy, los mejores vinos pueden competir con los de California. Los productores más conocidos son Becker Vineyards, Blue Mountain Vineyards, Fall Creek Vineyards, Grape Creek Vineyards, Hidden Springs Winery, Llano Estacado, Messina Hof Wine Cellars, Pheasant Ridge Winery, Red River Winery, Sainte-Geneviève (véase Cordier) y Wichita Falls Vineyard & Winery.
