Lutter

Sin embargo, Aristóteles (384-322 a.C.) ya se dedicaba sin éxito a "liberar el espíritu del vino del vino". No se sabe con certeza cuándo se consiguió por primera vez, pero hay descripciones del siglo II a.C. El autor romano Plinio el Viejo (23-79) conjeturó que debía de haber algo combustible en el vino. Los aztecas del antiguo México dominaban este arte y elaboraban bebidas embriagantes a partir del agave (véase pulque). Los tártaros del desierto de Gobi producían la bebida alcohólica "kumyss" a partir de leche de yegua y la destilaban en "karakumyss" (aguardiente de leche). Cuando los árabes conquistaron España en el siglo VIII, trajeron consigo el arte de la destilación. Se utilizaba principalmente en farmacia y para la producción de aguas perfumadas. Para ello se utilizaban recipientes de distintos materiales, como vidrio o cerámica, llamados alambicones.

Aqua vitae

Un escrito de 1150 describe el arte de fabricar "aqua ardens" (agua ardiente) a partir del vino. Por aquel entonces, el nombre "aqua vitae" (agua de vida) era de uso común. A principios del siglo XIII, ya era posible producir hasta un 90% de alcohol mediante destilaciones repetidas (diez veces y más). El erudito Albertus Magnus (1193-1280) desarrolló aún más el aparato de destilación. El médico y erudito español Arnaldus de Villanova (1240-1311) utilizó su experiencia para inventar el vino que hoy se conoce como vin doux naturel. Desde principios del siglo XIV, el término "Spiritus vini" (aguardiente de vino), utilizado por primera vez por el naturalista y médico Theophrastus Bombastus Paracelsus (1493-1541), se impuso para los destilados y, por lo tanto, más tarde se equiparó con el término alcohol. De...