En viticultura, el color desempeña un papel importante en diversos ámbitos. Comienza con el suelo del viñedo, que influye en el crecimiento de las vides, y continúa con el color del follaje y el color de las uvas, que influye directamente en el color del vino y también es muy importante en la evaluación del vino.
Color del suelo
El color del suelo proporciona información sobre su composición e influye considerablemente en el crecimiento y la calidad del vino. Por ejemplo, un color rojizo del suelo indica su contenido en hierro. Este suelo, conocido como Rotliegend o Terra Rossa, es especialmente adecuado para los vinos tintos. Consulte la lista completa en tipo de suelo.
Color de la hoja
La decoloración inusual de las hojas durante el crecimiento indica falta o exceso de nutrientes y enfermedades foliares. Una enfermedad común, por ejemplo, es la clorosis, que se caracteriza por la decoloración amarilla de las hojas. Esto significa que ya no se produce clorofila verde en las hojas y que la planta ya no puede realizar la fotosíntesis.
Color de la uva
La fase de maduración de la uva durante el ciclo vegetativo anual se denomina "vendimia". Comienza con la decoloración de las bayas, que adquieren su color definitivo cuando están completamente maduras. Normalmente sólo se distingue entre variedades de uva blanca y tinta. El criterio es si las uvas son aptas o se utilizan para la producción de vino tinto o rosado (variedad tinta) o de vino blanco (variedad blanca). Sin embargo, existe una amplia gama de colores que van desde el blanco, amarillo, verde, gris, parduzco, rosa, rojo, violeta, azul y negro. Las uvas de mesa o vides ornamentales se dividen en variedades blancas, rojas y azules (negras). El color de la baya desempeña un papel en la determinación puramente visual de las variedades de uva basada en características morfológicas; véase Genética molecular y ADN.
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