A diferencia del envejecimiento en botella, que suele incluir sólo todos los cambios positivos durante el desarrollo de un vino hasta su punto álgido, el envejecimiento también incluye todos los cambios negativos hasta el "final de la vida". Ya en la antigüedad se intentó producir vinos resistentes al envejecimiento para mejorar su sabor mediante un almacenamiento más prolongado. También era habitual el envejecimiento artificial mediante calentamiento o ahumado, como relata el médico griego Galeno (129-216). En la Biblia se menciona que el vino viejo debe preferirse al vino joven, en el Evangelio de Lucas 5.37 Jesús dice: Y a nadie que haya bebido vino viejo le gusta el nuevo. Los griegos y los romanos reconocieron que los vinos con un alto contenido de azúcar podían conservarse durante mucho tiempo si se guardaban en un lugar fresco. Los mejores vinos antiguos, como el famoso Falernian romano, se guardaban en ánforas de arcilla herméticamente cerradas y tardaban muchos años en alcanzar su plenitud. Con el declive del Imperio Romano, el arte de la conservación volvió a caer en el olvido.
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Thomas Götz
Weinberater, Weinblogger und Journalist; Schwendi