Bulgaria es uno de los países con mayor tradición vinícola de Europa. Los orígenes en el territorio del actual Estado apuntan a un comienzo de hace 5.000 años, según los hallazgos arqueológicos y los textos tradicionales. Las tribus tracias del norte y el sur de los Balcanes cultivaban uvas silvestres y practicaban un culto distinto en honor al dios del vino Dionisio. A los tracios se les atribuye el cultivo de las variedades de uva más antiguas de Bulgaria o de sus antepasados, como Mavrud, Pamid, Dimyat, Melnik (Shiroka Melnishka) y Gamza (Kadarka). En la época del Imperio Romano, el vino de Tracia era un producto de exportación muy solicitado en Grecia, Sicilia, Asia Menor (Anatolia, Turquía) y Egipto. En la Edad Media, la viticultura alcanzó su máximo esplendor gracias a los monasterios con sus extensos viñedos. En 1393, el Imperio búlgaro fue conquistado por los otomanos y permaneció bajo el dominio islámico durante casi 500 años, hasta 1878. Sólo se permitía la producción de uva de mesa. La prohibición del alcohol supuso una fuerte amenaza para la viticultura. La importancia que el Estado otorgaba a la viticultura queda demostrada por el hecho de que inmediatamente después de la dominación otomana, en 1879, se aprobó una ley sobre el vino, incluso antes de que se aprobara una constitución. Sin embargo, la viticultura no se reanudó a mayor escala hasta después de la Primera Guerra Mundial y fue practicada exclusivamente por pequeños viticultores con variedades autóctonas.
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Dr. Edgar Müller
Dozent, Önologe und Weinbauberater, Bad Kreuznach