En la historia de la humanidad, el consumo regular de alcohol está directamente relacionado con la agricultura cultivada, cuando la gente empezó a elaborar deliberadamente bebidas parecidas a la cerveza a partir de cereales hace entre 6.000 y 8.000 años. Las personas tuvieron experiencias individuales más o menos casuales incluso antes de eso, por ejemplo cuando las frutas empezaron a fermentar en las primeras vasijas primitivas y se consumieron las bebidas alcohólicas resultantes. Muy pronto éstas se utilizaron también con fines calmantes o curativos, ya que se reconocieron diversos efectos positivos por casualidad, pero, por supuesto, no se pudo interpretar su causa. Así lo atestiguan muchos escritos antiguos, incluida la Biblia.
El alcohol como medicina
El Talmud judío afirma (Rabí Banal): Donde falta vino, hace falta medicina. Para el médico griego Hipócrates (460-377 a.C.), el vino desempeñaba un papel en casi todas sus medicinas. Entre otras cosas, lo prescribía para enfriar la fiebre, como diurético, como tónico para convalecientes y como analgésico y sedante. Los romanos aprovecharon la eficacia del vino como antibiótico, ya que durante las campañas de conquista se daba a los soldados agua mezclada con vino (o también vinagre). En algunas culturas antiguas, el consumo de alcohol e incluso la intoxicación se utilizaban también como medio de comunicación. En las bulliciosas fiestas en honor del dios del vino Dioniso en la antigua Grecia, la intoxicación se consideraba un ceremonial purificador con efectos psicohigiénicos (para prácticas y costumbres relacionadas, véase Cultura de la bebida).
Una conocida cita del filósofo griego Plutarco (45-125) reza: "El vino es la más útil de las bebidas, la más sabrosa de las medicinas y la más agradable de las comidas". El médico griego Galeno (129-199) reconoció el efecto antiséptico del vino y el erudito francés Arnaldus de Villanova (1240-1311) escribió un libro sobre el poder curativo del vino. La famosa mística y curandera Hildegard von Bingen (1098-1179) utilizaba el vino y el vinagre contra diversas enfermedades. Muchos eruditos alabaron su efecto higiénico, entre ellos el químico francés Louis Pasteur (1822-1895). En medicina, el vino fue un antiséptico universal hasta finales del siglo XIX, utilizado para lavar heridas y potabilizar el agua. Especialmente en las ciudades, el agua era un peligro para la salud debido a la falta de sistemas de alcantarillado y a la contaminación con heces. Además del vino, otros productos de la vid también se utilizaban como medicina o remedio, por ejemplo las lágrimas de parra contra las enfermedades de la piel.
Efectos positivos del consumo de alcohol
Por buenas razones, sin embargo, el alcohol o las bebidas alcohólicas nunca deben considerarse o denominarse medicamentos o medicinas, a pesar de todos sus efectos positivos reales o supuestos. En cantidades moderadas, el alcohol puede tener un efecto sedante, antiespasmódico, antitensivo, analgésico, pero también desinhibidor del sistema nervioso central. Hasta cierta cantidad, provoca una sensación de bienestar, pero ésta se convierte rápidamente en lo contrario cuando se consume en exceso. Siempre ha habido un gran interés por investigar los efectos del consumo regular de alcohol sobre la salud del organismo humano. Por ello, en el pasado se han llevado a cabo numerosos estudios. A pesar de todas las diferencias en los detalles, había y sigue habiendo un alto grado de acuerdo en cuanto a los efectos positivos.
Aumenta el nivel de colesterol HDL, la grasa "buena" de la sangre, y se reduce el nivel de colesterol LDL, el "malo". Determinadas sustancias impiden que las plaquetas se adhieran entre sí en las arterias y reducen así el riesgo de obstrucción vascular y arteriosclerosis. Los fenoles, como los que contienen los vinos tintos en particular, son responsables de ello. El almacenamiento en barricas de madera favorece la formación de más fenoles, lo que favorece, por así decirlo, el envejecimiento en barrica. Los compuestos fenólicos...
